HISTORIAS DEL PROTOCOLO XXIV. SEGURO OBLIGATORIO DE LOS TRABAJADORES INDEPENDIENTES
El Dr. Herman Mora nos ofrece esta semana su comentario sobre un tema que sin duda ha causado, desde hace varios meses, mucha preocupación tanto en el medio notarial como en el de los colegas que se dedican a la abogacía.
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«Siempre había cumplido con sus obligaciones. Había cotizado para la Caja desde que inició su ejercicio profesional. Siempre como trabajador independiente en cuanto a su faceta de notario. Pero en estos momentos solo estaba acompañado de sus recuerdos. Se sentía tan solo como un náufrago. En frente, su vida transcurría como mirando una extensa película con un final que no le resultaba feliz. Recordaba los treinta años que tenía de ejercer, el resultado de su esfuerzo. Recordó cuando adquirió el lote. La casa que había logrado construir, las sucesivas ampliaciones conforme nacían más hijos o iban creciendo, la compra de su vehículo, el de su esposa, ratos de estrechez y esfuerzo. Ahora justo cuando había logrado cancelar todas sus deudas, el mundo se le venía encima. El futuro era un incierto laberinto, funesto y sombrío. Una tercera parte de su patrimonio estaba siendo prácticamente confiscada. Una cifra astronómica que no hallaba como explicar. Este escenario no es alentador, ni único. Muchos colegas viven apretujados por nefastos cálculos de cuotas supuestamente dejadas de pagar.
Ha sido palmario, más que evidente, los profesionales independientes que ejercen el notariado y la abogacía, de manera autónoma y solitaria. Aquellos, que algunos llaman “de a pie”, refiriéndose a que prestan un servicio “artesanal” particular, individual. Aquellos que hacen trámites, acuden al Registro y corren por términos. Aquéllos; se ven estrechados por la gravedad del sistema, sin haber logrado amasar fortuna alguna, sino pagando cuentas mes a mes, desde que iniciaron su profesión. Sin contar con el espejismo de un sistema digno de jubilación. A esos, el sistema les cayó encima. La situación, amenazante y calamitosa, les hincó el diente. ¿Qué pasará cuando ya no puedan trabajar? No hay un colegio que los cobije o institución a la que se pueda recurrir.
Una realidad económica bastante deprimida, exceso en la cantidad de profesionales, formación a veces raquítica, además de una estructura administrativa que persigue más, de lo que instruye o ayuda. Así como gran cantidad de fiscalizaciones, directas e indirectas. Instituciones que no colaboran con el profesional, sino más bien estrujan con tanto trámite, constantemente cambiante. Órganos disciplinarios que siempre resultan una amenaza. La realidad de los Notarios independientes en nuestro país, luce sombría y turbia. A eso se le ha de incrementar, la desmedida tasación que está imponiendo la Caja Costarricense del Seguro Social. La narración con que inicié este articulo, no resulta extraída de la literatura, es muy real y además, presenta un escenario apocalíptico de una profesión cada día mas menguada.
Dentro de este contexto se deben de incluir a los abogados, con el agravante que tampoco encuentran los agremiados, un plan reparador de pensión o retiro. El timbre del colegio, como es sabido, tuvo como destino precisamente ese, el de fraguar un plan de retiro. Pero también es sabido que históricamente las administraciones del Colegio lo han utilizado, hasta la fecha para todo tipo de exquisiteces, menos para lo propuesto.
Percibo que en general, el profesional independiente, desea actuar conforme a las disposiciones, cotizar, ser parte de la seguridad social y recibir una pensión algún día. Pero las reglas deben ser claras, atendiendo los principios de igualdad, solidaridad, y especialmente el de proporcionalidad. Ser razonable ha de ser un derecho humano.
Los patronos cuentan actualmente, con medios sofisticados cuyas aplicaciones hacen más amigables la gestión ante la Caja. Realizan sus gestiones con herramientas tecnológicas de suerte tal que todos los meses reportan los salarios en línea, reciben las órdenes patronales, tienen un sitio donde se calculan las cuotas, etc. Pero el profesional independiente, instan los funcionarios de la Caja, deben de apersonarse cada seis meses a una sucursal de la CCSS con una caja de zapatos llena de facturas y recibos, como indica el protagonista de esta historia, a fin de remitir sus comprobantes, para que posteriormente, mediante un detalle retroactivo le sea calculado una suma que resulta tan disparatada y abismal como lo gigantesca que es. ESO, DESDE TODO PUNTO DE VISTA, NO TIENE SENTIDO.
Es así como, repito, la realidad del profesional, se vislumbra, compleja, poco potable y esta bien decir, apocalíptica. Y no encontramos por ningún lado. ¿Quien nos podrá defender?
Paren el mundo. Quiero bajarme
Muchas gracias por su tiempo. Muy amables.»
Herman Mora • 14 abril, 2017
Estimados -amigos.
Muy muy valiosos los comentarios. Me hacen pensar que el escenario que plante, el cual deviene de historias reales, puede ser mas serio. Nuestra disciplina se sostiene sobre un trípode. El profesional (nosotros) maltrechos, ajustados, y también perseguidos. Las instituciones que tienen a ser miopes y perseguir a veces por minucias. Y los usuarios o clientes. Quienes pocas veces pagan diganmente nuestro esfuerzo. El parorma del profesional liberal es calamitoso y muy complicado.
Gracias a este foro, hemos logrado un acercamiento a las autoridades de la Caja Costarricense del Seguro Social. Tendremos pronto una reunión. Vamos a interpelar por los profesionales, por todos nosotros. Esperemos tener éxito. lo que significa procuren (Caja) un cobro razonable y colegas coticemos justamente, que es por nuestro bien.
DE NUEVO MUCHAS GRACIAS.